Es curioso como los seres humanos bajo el trance del ego funcionamos -- nuestro sistema parece estar programado a creer fielmente en la promesa de que el futuro será mejor que el presente. Particularmente, creo que esta es una de las idiosincrasias humanas más interesantes. A mi entender, esta es una de las ilusiones más persistentes y potencialmente nocivas en la tierra.

Analicemos juntos la dinámica de esta creencia profunda. La creencia consiste en algo sencillo: "Ahora mismo las cosas no están suficientemente bien, pero en el futuro la situación estará mucho mejor." A esto le llamamos "esperanza."

Para tratar de ayudar al proceso que nos conducirá a un futuro "mejor," estudiamos, trabajamos y hacemos varios esfuerzos para producir el resultado deseado. Muy bien, esto es excelente. Pero, ¿cuáles son las limitaciones que pueden surgir de esta forma de operar? Bueno, sencillamente que el presente -- si no tenemos cuidado -- se convierte en algo que tiene menos valor que el supuesto futuro. El presente es sólo un medio que utilizamos para obtener un fin. El presente se puede comenzar a percibir como algo mediocre en comparación con el maravilloso futuro. Como podremos notar, esta es una situación que le abre paso fácil a los estados de desesperación, aburrimiento, ansiedad y a varias condiciones de inquietud.

¿Cómo podemos resolver este problema? Bueno, la solución parece ser obvia, lo que tenemos que hacer es alinearnos y mantenernos presentes, pero esto puede ser una tarea muy difícil para la mayoría de nosotros. Tendríamos que desprogramar y reprogramar el modus operandi al que la mayoría de humanos estamos habituados. Estamos acostumbrados a movernos en el mundo de esta manera que es tan común y apoyada por la sociedad (tanto así que es considerada benévola y fructífera). Al parecer ya tenemos nuestro subconsciente profundamente programado a perseguir el futuro y a menospreciar el presente.

Para comenzar a resolver el asunto, sugiero una práctica muy sencilla, pero que puede ser muy eficiente para algunos de nosotros. Aquí está:

1. Deténte y date cuenta de la cantidad de años que has venido creyendo que un día las cosas van a estar "mejor," que un día vas a "llegar," que un día lo "lograrás."

2. Nota como esto todavía no ha ocurrido a pesar de que tienes varios años esperándolo. Nota como has vivido soñando con el "gran día," el "gran final," el "gran objetivo," la "gran fiesta," el "gran logro," la "gran demostración" por varios años. Date cuenta como este día no ha llegado.

3. Reconoce que este día nunca va a llegar.

4. Pausa y SIENTE los efectos de reconocer esta verdad. ¿Qué sientes?

Ves, siempre es ahora, entonces aunque logres o hayas logrado mil cosas, nunca llegará el futuro que persigues. ¿Entiendes?

¿Sientes alivio o te sientes desilusionado? Bueno, analicemos la palabra compuesta desilusión (des-ilusión)... la palabra implica que la ilusión se va de tu sistema. O sea, que lo ilusorio, lo falso se va de tu mente -- es como que despiertas de un sueño y descubres la realidad. ¿Podría haber felicidad en el presente? Para descubrirlo profundamente tendrás que estar dispuesto a desilusionarte totalmente. ¿Qué te parece?

He notado que cuando permitimos que la desilusión total nos ocurra, ocurre un cambio drástico en nuestro modus operandi. La atención se deposita más en el momento presente (en vez de un supuesto futuro). Ahora podemos encontrar lo que tanto anhelábamos en este instante y podemos trabajar para enriquecer el momento actual. Poco a poco vamos creando un "futuro" mejor. Con esta visión nos damos cuenta del sencillo hecho que siempre es, que siempre ha sido y que siempre será ¡AHORA!

"Un ser sin una onza esperanza no es un ser deprimido, es un ser que ha llegado."
- Gabriel Weiner

© Gabriel Weiner Jáquez - www.gabrielweinerjaquez.com