La sociedad capitalista que los humanos hemos creado nos ha obligado a encontrar formas de generar ingresos para poder comer, vestirnos y pagar por nuestras necesidades. Para la mayoría de nosotros, el vivir en este planeta no es gratis.

Ya que este es el caso, una de las preguntas más importantes que todo adulto independiente se tiene que preguntar es: ¿Cómo me voy a ganar mi dinero? Y esa es una pregunta que yo personalmente he contestado de una manera que no es la más popular o típica. Para mí, la idea de trabajar para un empleador que me pone parámetros, reglas y requisitos rígidos nunca me ha funcionado. Y es precisamente por esta razón que he decidido tener mi propio negocio.

Como todos sabemos, pero pocos recordamos, cada decisión que tomamos en nuestras vidas viene con sus consecuencias y sus ventajas y desventajas. Y una de las ventajas de tener mi propio negocio es que yo pongo las reglas y parámetros de cómo yo soy mi propio empleado. Y bueno, dependiendo de cuánto yo de como mi propio empleado, yo recibo. Hasta cierto punto.

Digo hasta cierto punto porque cuando tienes tu propio negocio, hay otro factor que influye en la ecuación de cómo te va en el negocio. ¿A qué factor me refiero en esta instancia? Al cliente.

Dependiendo de cómo el cliente se comporte con sus pagos y sus modales, mi negocio puede ir nutriéndose y alimentándose o desnutriéndose y perdiendo salud. Si mis clientes no valoran mis servicios, no pagan a tiempo y abusan de mis servicios, mi negocio comenzará a fracasar gradualmente. Es por esto, que como empresario, me tomo muy en serio el perfil de mis clientes. Los clientes que no pagan a tiempo y abusan de mis servicios se verán obligados a tener que buscar a otro proveedor más temprano que tarde. Después de todo, lo último que quiero para mi negocio es que comience a reducirse al nivel de clientes irresponsables y/o incapaces de costear mis servicios.

El mercado es un lugar sumamente competitivo donde hay proveedores que tienen ofrendas para cada tipo de cliente. Hay productos y servicios de bajo costo y baja calidad, así como hay de clase media y clase más alta. Todo se trata del empresario saber quién es su cliente óptimo y del cliente saber quién es su proveedor ideal.  El caso es la relación tiene que funcionar (y para esto, tiene que ser compatible.)

Como ser amoroso y de corazón abierto, frecuentemente quiero tener mis puertas abiertas para todo el mundo, pero me he dado cuenta que las cosas no funcionan así. La verdad es que a veces no soy el mejor proveedor para un cliente en específico y a veces mis clientes no son los mejores candidatos para mí. Y cuando algo no funciona y no se puede arreglar de una manera que beneficio a todos, lo mejor es rechazar a un cliente o terminar la relación con el cliente. ¿Por qué? Porque es lo mejor para todos.

Como dueño de negocio, he aprendido rápidamente que la calidad es mejor que la cantidad. También he aprendido que acomodar a un individuo al detrimento de muchos, simplemente no es una buena idea.

Por esta razón me he visto refiriendo a clientes que no son buenos candidatos para negociar conmigo a otros lugares que yo considero que serían mejor para ellos. El que piensa que mis precios son demasiado altos, lo refiero a colegas que cobren menos que yo. Los que piensan que mi estilo de dar clases es demasiado no-tradicional para ellos, lo refiero a alguien más tradicional. Así, me quedo con los míos y me libero de los que no. Así, soy un empresario feliz que vive con su gente, en vez de estar poniéndome loco tratando de complacer a todo el mundo.

¿Cuáles son mis clientes favoritos?

Los que consideran mi tiempo y mi espacio, los que se demuestran ser respetuosos y conscientes, los que llegan a tiempo y se van cuando llega la hora, los que pagan a tiempo, los que valoran mis servicios.

Sé lo que estás pensando… la mayoría de clientes no son así. Pero eso no es verdad, mientras más firme eres en seguir siendo honesto contigo mismo en cuanto a cuáles son los clientes compatibles con quien eres como empresario y cuáles no, la calidad de tus clientes tendrá estándares básicos. Y mientras más refieres o rechazas a los que no se alinean con tu filosofía de negocio, más irás filtrando a tu clientela. Es lo que me ha ido pasando a mí con mi negocio. Y siendo honesto, ha ido tomando mucho tiempo.

¿El resultado?

Clientes felices y yo feliz.

Una analogía que ha funcionado y hasta ha sido paralela en mi vida personal es el asunto de las relaciones románticas. Si le dices que no a todo aquel que no consideras ser compatible contigo, sólo será cuestión de tiempo antes de que te encuentres con tu pareja ideal.

Una lección grande que he aprendido en la vida es que la felicidad y la salud integral no se trata sólo de las cosas y personas a las que le dices que sí, se trata de igual manera de las cosas y las personas a las que le dices que no.

Lamentablemente para muchos, el decir que no es una tarea sumamente difícil. Pero se hace más fácil cuando le hechas un vistazo regresivo a tu vida y te das cuenta de todo lo que la gente te ha quitado y todo lo que has sufrido, sólo porque no supiste decir que no.

Todo negociante y ser humano que quiere vivir feliz y tener una buena calidad de vida, tendrá que aprender a decir la sencilla pero a veces difícil palabra. Y por cierto, el mismo principio aplica con empleados, socios y amigos.

 

© Gabriel Weiner Jáquez - www.gabrielweinerjaquez.com